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La evaluación y el diálogo

Creo que la semana pasada me adelanté y escribí una reflexión sobre la evaluación antes de tiempo. En el post hablaba sobre el aprendizaje P2P y me centraba en un aspecto que hasta ese momento consideraba una forma de hacer adecuada: proporcionar los criterios de evaluación  antes de que la actividad se empiece a desarrollar de forma que los alumnos cuenten con los descriptores, indicadores o evidencias y estos puedan guiar su trabajo. Evidentemente a esta conclusión no he llegado yo sola sino que es el resultado de las diferentes lecturas que sobre evaluación he realizado y las conversaciones que he mantenido con otras compañeras en las que el intercambio de experiencias nos permite avanzar como profesionales de la educación.

Como ya planteaba en el mencionado post, en mi trabajo como docente trato de utilizar rúbricas para que los alumnos se autoevalúen y, desde que participé en el primer MOOC del INTEF, las empleo también para que se evalúen entre ellos (coevalúen)   En esa reflexión, evidentemente cometí el error de suponer que mi forma de hacer (aunque ni propia ni original) era las más adecuada. A pesar de que varios compañeros y compañeras del MOOC se mostraron de acuerdo conmigo, tengo que agradecer a Itziar Kerexeta y Mercedes Ruiz que hicieran el favor de colocarme frente a otras realidades, como la de aquellos para los que la competencia lingüística no es su principal fuerte y que ante una rúbrica escrita juegan en desventaja. Aunque todavía no he encontrado una solución al dilema que me plantearon, a partir de ahora va a ser casi imposible que cuando piense en el diseño de una rúbrica esta idea no me ronde en la cabeza (ya veremos cómo lo resuelvo en la segunda tarea de esta unidad)
Centrándome ahora en esta semana, en la presentación de las ideas principales de esta quinta y última unidad, Manuel Área nos comparte una clasificación de evaluación en dos tipos: la estandarizada y la personalizada y nos muestra de forma detallada lo que es el desarrollo de cada una de ellas. Entiendo que además de este impecable resumen existe mucha literatura especializada sobre ambas por lo que poco puedo yo aportar a nivel de reflexión teórica.

Haré, por tanto, un pequeño quiebre y desplazaré la reflexión a lo que es el terreno de la experiencia, mi experiencia con las evaluación personalizada este último curso sobre todo y las conclusiones a las que he llegado. Y para ser breve y no alargar este post más de lo deseable voy a remitirme al tercer objeto que cargaba en mi maleta educativa y que me sirvió como presentación personal en este MOOC: el diálogo. Creo que esas ocho líneas que describen el objeto definen a la perfección uno de mis principales objetivos como educadora en este momento y describen lo que entiendo por la evaluación continua, la tercera pata de la evaluación personalizada junto con las autoevaluaciones y las coevaluaciones.
Poco más tengo que añadir sobre este tema aunque soy consciente de que me queda por delante un largo camino con su correspondiente proceso de ensayo-error, y una reflexión sobre la negociación con el alumnado para llegar acuerdos de evaluación coherentes con la actividad desarrollada. Un buen reto para el curso que viene.

Comentarios

  1. ¿No esmejor el ensayo-error que el "si" unánime o el "no" rotundo???
    Además,negociar es todo un arte
    ¿O no?
    Bsss
    Clara

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